El hotel está perfectamente comunicado, a escasos metros de la estación de tren de Lovaina y de la de autobuses (están al lado). La habitación es de tamaño justo y "minimalísticamente" equipada. No esperes armario, ni cuarto de baño completo, ni silla. En lugar de armario tiene 4 perchas en un gancho de la pared, y dos ganchos en otro lado. El lavabo está integrado en la habitación. La ducha es una cabina directamente en la habitación, y la taza del váter está en un cubículo con puerta. Las camas son del tamaño justo para dormir una persona. La mesa es una pequeña repisa con el tamaño justo para el portátil y un cuaderno. Y en lugar de sillas tiene 2 banquetas apiladas. Dicho así parece que la habitación es un horror, pero con el tiempo, cuando te acostumbras al "minimalismo", te das cuenta de que tienes exactamente todo lo que necesitas. Además toda la habitación disfruta de ese estilo minimalista de manera integrada, y todo tiene muy buen acabado. Se nota que ese estilo es el que han querido transmitir en las habitaciones.
En general la habitación es agradable: muy luminosa, acogedora, incluso tiene un espejo de cuerpo entero. Lo peor es que las paredes son bastantes delgadas y se oye mucho si tienes vecinos ruidosos, aunque durante mi estancia todo estuvo muy silencioso.
El desayuno es de estilo buffet, pero no es ni de mucha calidad ni tienen mucha variedad. Te da para desayunar de manera normal, aunque seguro que por los 7€ y poco que cuesta puedes desayunar mejor en cualquier otra parte. Tienen WiFi gratis en la habitación, aunque es muy lenta y te da para pocas cosas (nada de llamar por Skype, por ejemplo).
En general, un hotel con buena calidad/precio y bien comunicado. La habitación no es impresionante, pero si te gusta su estilo "minimalista" te va a gustar. Y es suficiente para pasar varios días de manera cómoda.