Ubicado a orilla de playa del lago Villarrica es un hotel que se destaca por la excelente atención de su personal que se esmera en hacerte sentir bien. Es un hotel íntimo donde uno se siente el único huésped ya que no vimos mucha gente pese a que estaba completo. Además, por su ubicación es muy tranquilo. Las habitaciones son buenísimas con terraza vista al lago o al valle. Cuenta con una zona de mini cocina con lavadero y mini refrigerador muy útil si viajas con niños pequeños, tal vez deberían agregar un microondas. Tiene, además, un living muy acogedor. Los baños no tienen tina, (lo que es bueno si eres de tercera edad) pero el habitáculo de la ducha es amplio y tiene secador de pelo. La limpieza es óptima en todo el hotel. Tiene varias zonas de descanso para leer o conversar en distintas partes del hotel, que pese a no ser grande está muy bien distribuido. Cuenta con piscina climatizada interior un pequeño gimnasio y saunas. Buenos camarines y servicio de toalla. Piscina exterior y reposeras. Tiene un bar muy bonito en el cuarto piso con una vista muy hermosa atendido por una simpática barwoman. También tiene acceso a la playa y servicio de reposeras y quitasol sin costo en la misma playa.
Tal vez lo único que podría mejorar es en el restaurante, ya que no cuenta con carta ni lista de precios y la comida, la verdad, no fue de lo mejor.
Otra cosa que me extrañó es que cobraran los omelettes al desayuno, no lo había visto en ningún otro hotel.
Fuera de ello, la experiencia en el hotel fue muy buena por lo que volvería de todas maneras