Local pequeñito en el que sirven auténtica comida francesa a precios asequibles. Nosotros estuvimos en el mes de Junio y tenían terraza, lo que hizo muy agradable la cena. No es lo más barato que puedes encontrar pero realmente vale la pena pagar la diferencia. Nos tomamos un par de cañas, cenamos una especie de pastel gelatinoso (similar al paté) que estaba increíble de bueno, y un tartar de buey con patatas y ensalada (a compartir entre 2), una mousse de chocolate, una botella de vino y doble ración de pan (que también estaba buenísimo) y pagamos unos 50 euros. Uno de los camareros habla español, lo que es de gran ayuda. Muy atento y servicial. Un placer, repetiría sin duda.