País de contrastes. Estuve en Vlorë, la segunda ciudad del país, y la pobreza que se ve en calles, edificios, coches y carreteras contrasta con el despliegue turístico de enclaves como Ksamil, Sarandë o Himarë, que ya explotan su potencial costero con resorts, instalaciones (y precios) propios del Caribe. En el medio, multitud de calas casi vírgenes de aguas transparentes, idílicas. Eso sí, no hay arena, solo guijarros.