Staré Mesto, el casco viejo de la capital de Eslovaquia, transporta al viajero al pasado cuando camina por las calles adoquinadas, admira la arquitectura barroca, disfruta de conciertos de verano y navideños en el viejo edificio del Ayuntamiento y hace un alto en el camino en alguno de los cafés y restaurantes de la zona. Conozca otros sitios, como el hrad (castillo) del siglo XV con su tesoro, o museos históricos e instituciones musicales, como el Teatro Nacional Eslovaco, la Orquesta Filarmónica de Eslovaquia y la Galería Nacional de Eslovaquia, esta última con sede en un palacio del siglo XVIII.

En esta hermosa ciudad cosmopolita la arquitectura moderna convive con la medieval y la cultura germánica con la francesa. Súbete a un barco que te llevará a través de los canales y vías fluviales del casco antiguo. Pasarás por debajo de sus numerosos puentes cubiertos y atalayas del Medievo y por el barrio de los curtidores, con sus molinos y puentes. No olvides visitar el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo.

Situada en el Golfo de Vizcaya, la historia de La Rochelle ha estado vinculada en gran parte al mar y hoy en día alberga un puerto deportivo con barcos de recreo. De ahí que su principal atractivo sea el pintoresco "Vieux Port" ("Puerto Viejo"). La ciudad conserva un rico patrimonio arquitectónico y cuenta con un acuario, bellos jardines y un museo de historia natural. Reserva con antelación para visitarla en verano; sobre todo a mitad de julio, momento en que se celebra Francofolies, un impresionante festival de música francófona.

Ubicada en la Costa del Azahar de España, la ciudad fortificada de Peñíscola cuenta con extensas playas mediterráneas y un centro histórico rodeado de muros de castillos medievales. Las calles adoquinadas rodean museos, restaurantes y casas blanqueadas, mientras que una reserva natural cercana ofrece kilómetros de campo inmaculado.

Llamada la “Santorini de España”, Altea atrae a los viajeros relajados a la Costa Blanca con su casco antiguo sobre la colina y sus playas de guijarros. Con sus domos color azul marino y sus paredes blanqueadas, se destaca entre el cielo del Mediterráneo, mientras que sus tres puertos deportivos ofrecen muchas oportunidades de actividades en el mar.

Esta antigua aldea de pescadores en la costa sur de Portugal se ha convertido en un popular destino turístico. Puedes pasar un día o dos en la playa principal de Alvôr o, si lo prefieres, buscar una de las calitas apartadas que salpican toda la costa. Por la noche, puedes dar un buen paseo por las calles adoquinadas del lugar, seguido de una deliciosa cena a base de marisco fresco, y acabar la noche disfrutando de música en directo en uno de los numerosos y animados bares.

El eslogan de la ciudad turística de Ogunquit, en Maine, “un hermoso lugar junto al mar”, y con 5 kilómetros de playas de arena blanca protegidas, está claro que los habitantes no mienten. Pasee por el Marginal Way, una ruta que serpentea por rocosos arrecifes que dan al océano, o explore el casco antiguo en el transporte público, un tranvía antiguo. Con las galerías de arte, marisco fresco y el teatro de verano Ogunquit Playhouse, la ciudad de Ogunquit es el destino favorito de vacaciones.