Llegamos al hotel sin reserva, cansados después de un día visitando la zona. Quizás fue la situación, o que nos dieron la mejor habitación, pero a mi me encantó: la habitación era enorme, con grandes ventanas, cama con dosel, un baño súper espacioso... cuidado hasta el mínimo detalle, incluida botella de single malt y chocolatinas por la noche. Es cierto que el restaurante merecía la visita del chef Ramsey, pero el pub era como para quedarte a vivir ahí.
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