La casa está muy bien decorada y en un entorno alejada de ruidos y muy tranquila.Esta a 5 min en coche tanto de Espasante como de Ortigueira.Ideal para una escapada de fin de semana para visitar la zona
- Wi-Fi gratis
- Estacionamiento gratis
La casa está muy bien decorada y en un entorno alejada de ruidos y muy tranquila.Esta a 5 min en coche tanto de Espasante como de Ortigueira.Ideal para una escapada de fin de semana para visitar la zona
Fuimos para una noche y nos quedamos dos. La casa es preciosa, parece de muñecasen un entorno precioso. Las habitaciones son muy confortables, y el desayuno bueno.La dueña es muy agradable.La única pega que puedo poner es que no hay secador de pelo en el baño. Volvería sin duda. Una estancia inmejorable.
Una casa muy bonita,donde nos sentimos muy comodo,con un entorno precioso y acogedor su dueña Irene un encanto de persona nos acogio expectacularmente en su casa,dandonos información de lugares para visitar y comer.Y darle muchos recuerdos a ese encantador y adorable gatito llamado PISTACHO que tanto alegro el dia a mis peques espero que este PISTACHO cuando volvamos
Somos una pareja con un niño de 8 años quienes pasamos dos noches en Casa Rural Penaquente del 10 al 12 de agosto 2018. Al llegar sobre las 19h nos informó la dueña, Irene Soto, de que había "un pequeño problema" con la habitación cuádruple que habíamos reservado en Booking (con 2.5 meses de antelación, y garantizada) pero que había solución.
Según lo que nos contó, los que se alejaron hasta esa misma mañana habían roto la ventana Velux y no se podía alojar mas alli. Cuando pregunté si podíamos ver la habitación, se nos niego alegando de problemas de seguro etc. La dueña nos contó cosas tan raras que desde el principio tuvimos la sospecha de que nos estaba engañando.
Al final nos dejó en una doble pequeñísima donde había puesto una cama supletoria, lo que hizo que ni cabían las maletas ya que pasamos de los 35m2 reservados a 11m2, quitándonos las comodidades que tenía la cuádruple como TV y nevera. Por la noche, nuestras sospechas se confirmaron con la llegada de dos familias a las únicas dos habitaciones triple/cuádruples que tenía la casa, como la que habíamos reservado en Booking. A la mañana siguiente nos topamos con las dos familias desayunando juntas - cada mesa lleva el nombre de una habitación - confirmación de que había vendido nuestra habitación a otros.
El domingo, cuando teníamos que pagar, la dueña intento vender la doble como triple. Nos negamos y pagamos el precio de una doble sin extras, lo máximo que estábamos dispuestos a pagar para tal engaño. En un momento, la dueña nos dijó que podíamos ir sin pagar, lo que no hicimos pero cuando fuimos, la dueña nos pido perdón por todo!
El venir aquí no se trataba de tener un sitio donde dejar las maletas. La habitación eligida era parte del ‘paquete’ y lo que nos dieron y hicieron pagar fue realmente vivir en maletero y nos arruinó esta estancia.
Pasamos una noche aquí para visitar la playa das Catedrais, el mejor banco del mundo y sus hipnóticas vistas, y lo que viene siendo toda esa zona. La verdad es que la casa rural es preciosa, por fuera y por dentro. Su propietaria, Irene, es encantadora, y todo eso se nota en el ambiente.
Mi familia y yo hemos tenido la oportunidad de estrenar una zona nueva a la que le llama 'el apartamento', y es increíble. Porque tiene un ventanal gigante, al nivel del suelo, y te mete más en el entorno natural que rodea a la casa.
Un lugar al que volver, sin duda.
Nos encantó tanto el sitio (perdido en medio del bosque) como la vivienda. Decorada al detalle, con mucho espacio tanto en habitaciones como zonas comunes. Muy fácil de llegar al alojamiento, por las indicaciones en la carretera. Mucha zona ajardinada, que en nuestra fecha de visita no usamos pero con buen tiempo se tiene que estar de maravilla fuera. La dueña un encanto, muy amable y atenta. El desayuno un 10. Tienen en la entrada, una zona con micro, horno, nevera, con productos ( con coste) por si te apetece un refresco, te.. Etc (1€) y algo de comer para hacer al horno. Nosotros llevábamos compra para picar algo, pero la bebida mereció la pena cogerla allí directamente y fría. Teníamos la casa entera para nosotros solos, por lo que el salón de la tv era como el salón de nuestra casa, estuvimos muy agusto.