Desde que llegas, quien te da la bienvenida es el dueño del lugar. Te da un breve recorrido por el espacio, el cual no es muy grande pero tampoco es que se necesite, tiene todos los elementos para convertirse en un favorito de la Versalles. Puedes notar el amor y el empeño que le ha puesto, hay un mural en una de las paredes y si estas interesado, te explica el por qué de cada detalle. Creo un mini jardin, la verdad se ve muy cómodo. El menú está escrito en su idioma, el gallego sin embargo es muy fácil saber en que conciste cada platillo por la descripción, la cual esta en castellano.
No probamos tantos alimentos como hubieramos querido, íbamos más en plan de una cerveza después del trabajo, aún así, la tabla de queso esta muy bien balanceada, el precio lo vale, las papas son super ricas y las croquetas, son una delicia. De verdad que los precios son muy accesibles, mi único pero e sque si bien le esta apostando al menú para compartir platillos le vendría bien un poquito más abundantes, las croquetas son 3. Es un lugar al que definitivamente volveremos muy pronto.
De protocolos COVID, pues cuentan con gel a la entrada, no te permiten entrar si no traes cubreboca, el dueño y los empleados siempre traen el cubrebocas.
Mis mejores deseos para La Gallega, ojalá que haya llegado para quedarse.