Si estás buscando un gran edificio de lujo y con aire acondicionado, deja de leer en este instante. Pero si tu idea sobre cómo pasarla bien incluye relajarse en la playa, nadar, buena comida y margaritas estupendas, sigue leyendo. Mi esposa y yo fuimos a Zamas en enero buscando un clima cálido y relajación, y eso es lo que encontramos. Teníamos una cabaña grande en la playa, a pocos pasos del agua, y nos quedábamos dormidos con el sonido de las olas. No tenía aire acondicionado pero no lo necesitábamos, así como tampoco necesitábamos la red para mosquitos, excepto cuando el viento se calmaba. El restaurante al aire libre de Zamas, con conexión inalámbrica, sirve el desayuno, el almuerzo y la cena. El pescado fresco local es uno de los platos que ofrecen, y no tuvimos ninguna comida mala. El personal es amigable y servicial y la música en vivo que ofrecen cuatro noches por semana es estupenda. Si nunca has escuchado tocar la guitarra a Camilo Nu, entonces casi que eso sólo vale todo el viaje. Es verdad que la playa donde nadar es pequeña y tiene algunas rocas. Cuando estábamos ahí había algas en el agua, pero siempre había espacio para nadar. Además, es fácil que te lleves arena hasta la habitación, pero nosotros compramos un balde y lo llenábamos con agua para evitar que sucediera. Estas pequeñas imperfecciones, en cierto modo, hacían de Zamas un lugar aún más especial, una especie de lujo no lujoso que nos tentará a regresar.