Increíble. Hemos acabado allí de casualidad y ha sido todo un acierto. Nada más entrar al restaurante nos sentimos como en casa, los camareros súper cercanos y atentos con nosotros. Irene fue la que se encargó de darnos una mesa en el salón del reservado para poder estar más tranquilos. Destacar la cantidad de variedad de mariscos, pescados, tartares, que tiene para elegir.
El tartar de cigala riquísimo y el cachopo de 10.
Enhorabuena al restaurante.
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