Fuimos mi pareja y yo para celebrar una fecha importante y nos llevamos muy bonito recuerdo.
El hotel es tranquilo y muy bien ambientado, con estancias llenas de encanto que te ayudan a evadirte a la par que te hacen sentir como en casa: por ejemplo, desde la sala acristalada puedes relajarte tanto leyendo como jugando a juegos mientras ves llover.
Otro punto a destacar son los desayunos: no se pasa hambre y son muy variados con productos de la tierra.
Mara, la dueña, es encantadora, amable, con muchas experiencias vividas y muy atenta ya que no se le escapaba ningún detalle: cada uno de ellos nos sacaba una sonrisa.
Recomiendo el sitio encarecidamente.
Más
- Wi-Fi gratis
- Piscina