Local recomendado en todas las guías para tomar el famoso bicerin. Es una bebida típica de Turín hecha con chocolate, café y una capa de nata. No hay que mezclarlo, te dicen al servirlo. Está rico, pero es carísimo, 7,90€ en septiembre 2024. A los dos días decidimos repetir, y esta vez pedimos un bicerin, un chocolate a la taza y un platillo de pastitas. 19€ nos costó la broma. El chocolate estaba aguado y tibio, si estás acostumbrado a un buen chocolate espeso con churros, que te claven 7€ por una tacita de chocolate regulero me parece un atraco. Lo del bicerin lo puedo llegar a perdonar, pero la calidad del chocolate no justifica su precio desorbitado. Las pastitas -4,10€ por cinco o seis piececitas- no tienen nada que envidiarles a las cajas de galletas surtidas del supermercado. En una palabra: sobrevalorado.

El local es histórico, muy chiquito y pintoresco. Queda en una plaza chiquita, muy linda y bastante céntrica. Con respecto al famoso café típico que ofrecen (café, chocolate y nata) el sabor me pareció ok y es carísimo. También venden dulces, también carísimos y de sabor normal, nada loco. Muy turístico, para probar una vez.

Conocer este sitio es un "must" para quien visite Turín. No solo para probar el original "bicerin" (totalmente diferente a los demás que pueden probarse en la ciudad aunque lo llamen igual), sino también porque no es habitual tomar algo en un café con 260 años de historia.
Me gustó el bicerín; produce en la boca una mezcla de sabores y temperaturas (la crema está tibia, el café caliente y el chocolate a una temperatura intermedia).
No es barato: un bicerin cueta € 8 (diciembre 2023), pero vale la pena probarlo al menos una vez en la vida.
Cierra a las 19:15, por lo que no aceptan a nadie después de las 18:45.
Normalmente hay que hacer cola.

Lugar emblemático e histórico muy bonito,el café .......me quedo con nuestros churros con chocolate y nuestro café bombón con leche condensada que es lo más parecido al Bicerin ,el café Bicerin aguado 7.90 mejor por 12 Euros mismo café pero con un aperitivo de pastas y galletas que es lo único que se salva .

El lugar no sólo te transporta en el tiempo su interior de madera, sino que te sientes en un espacio íntimo. Está en una bella plaza, tranquila y frente a la hermosa iglesia de la Consolata.
Probé el Bicerin, una muy agradable combinación de chocolate, café y crema y un croissant (dulce y sin relleno). Este último estuvo rico.
El pago lo hice en la caja, y al salir, vi que ya había una línea de personas esperando entrar.
Recomendado para conocer parte de los cafés histórico de Turín.