El hotel es un poco antiguo, ajuego con el resto de edificios, está cerca del centro pero su calle y los alrededores dan un poco de miedo, casas ruinosas, calles solitarias y oscuras y mucha suciedad, pero así es la mayor parte de la ciudad. Para aparcar hay ora y suele haber plazas libres pero visto el estado de las calles preferimos el parking del hotel, que NO es gratis, ocho euros por día. El coche te lo dan y te lo recogen los del hotel, porque parece ser que aparcar en el parking es complicado. Las habitaciones son sencillas y tranquilas, tamaño medio, tv minúscula, aire acondicionado, baño con doble labavo, secador y espejo de aumento y artículos de baño mínimos, gel, gorro y jabón.Eso sí, todo muy limpio siempre y cambio de toallas frecuente. La ducha no iba muy bien porque pasaba ella sola de caliente a frío, con lo que había que estar graduándola constantemente. El colchón una pesadilla, duro como una piedra, y las almohadas demasiado bajas, y si pones dos demasiado altas, con lo que la tortícolis está asegurada. Personal amable y servicial, alguno habla español. Desayuno buffet en comedor que da a jardín interior muy agradable donde también se puede desayunar. Café regular para ser italia. En general buenos productos pero poca variedad. De dulces los primeros días tenían una o dos tartas y croasants calentitos, luego solo croasants, pero el desayuno empezaba a las siete y si vas puntual tienes que esperar porque hay cosas sin poner y los croasants tardan unos diez minutos. En resumen, cuatro estrellas le va un poco grande pero está bien situado, es limpio y no se come mal. Eso sí, preparad a mayores del precio de la habitación dos euros y medio más por persona y día los cuatro primeros días, es el impuesto turístico revolucionario, que ya lo podían emplear en adecentar un poco las calles porque la mayor parte de la ciudad parece un poblado gitano.