Discrepo con la opinión de Glyca. Me llamó la atención lo limpio y bien conservado que está, pese a ser un antiguo palacio de principios del siglo XX. Un ejemplo: las canillas originales han sido reemplazadas por las relativamente nuevas de cierre cerámico que no están en todos los hoteles, por más estrellas que tengan. Los tapizados, las cortinas, las alfombras y los herrajes parecen nuevos, o casi. Excepcionalmente señalo dos alfombras de los salones que merecen cambiarse. Nos tocó un dormitorio un poco pequeño, pero impecable. El personal atentísimo, y quiero mencionar especialmente a Wim (me dijeron que así se escribe su nombre) que solucionó todas nuestras dudas y problemas.
Está ubicado bien céntrico, pero en una calle tranquila. Si bien estuve solo dos veces en Palermo y no puedo decir que este hotel debería ser el número uno, afirmo que no puede estar debajo del Hotel delle Palmes, que sí necesita una restauración a fondo.
Y finalmente coincido con Glyca en que le haría falta una piscina.