Sin duda lo mejor del hotel es su ubicación a dos pasos del centro y al lado de un barranco con un espectacular puente medieval de origen romano en frente. Las vistas desde luego son impresionantes. El encanto del hotel desde luego reside en su dejadez, parece sacado de una pelicula italiana de los años 50, poco ha cambiado en su decoración incluyendo muebles y carpinteria ya venida a menos. Eso si, las habitaciones son muy amplias y los baños reformados.
El trato del personal ha sido muy bueno y e desayuno sin ser excelente ha siso muy correcto.
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