Elegimos este restaurante porque, dando un paso por los alrededores de nuestro apartamento, vimos que el sitio tenía muy buena pinta y la carta era variada y no nos parecía muy cara. El local por dentro era muy bonito, todo con mesas y sillas de madera clara y con una gran cristalera enorme con vistas al castillo de Neuschwanstein. Las camareras, que iban enfundadas en el tradicional Dirndl, nos atendieron bastante bien. El problema que tuvimos es que llegamos algo tarde a cenar (20:45) con lo que no pudimos elegir algunos platos de la carta. A pesar de todo nos dieron varias opciones y las 3 cosas que pedimos estaban bastante buenas:
- Sopa de gulash: estaba muy sabrosa. Yo ya la había probado en otras ocasiones y esta me gustó mucho.
- Sopa de patatas con salchicha: algo mas simplona, pero muy agradable cuando cae un poco la temperatura. Las salchichas, al estar en la sopa, perdían algo de sabor.
- Nuddles con pasta de queso: a mi novia le gustaron, pero sin encantarle. A mi me gustan mucho los Spätzel (la pasta tradicional alemana) y el queso y estos estaban muy bien preparados así los disfruté mucho. ¡Cuidado! para una persona se pueden hacer algo pesados. Aunque no esté bien visto allí, mejor para compartir!
CONCLUSIÓN: Me gustó tanto el local como la comida, aunque si es cierto que de camino a un supermercado que hay por la zona vimos otros restaurantes chiquititos con muy buena pinta, aunque aquí no tendría ningún problema en repetir.
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