Fui a este hotel porque me atrajo de primeras el hecho de tratarse de una masía catalana en medio de la naturaleza. Qué error.
Al no ser un hotel "al uso", no tienen a nadie por la noche, con lo que, como fue nuestro caso, si llegas pasadas las ocho de la tarde no hay nadie para recibirte o explicarte las posibles dudas. Además, fuera de temporada el restaurante está cerrado.
Cogimos una habitación superior con jacuzzi, a razón de 80 euros por noche.
Por donde empiezo, apenas había luz, y como llegamos de noche apenas se veía nada para deshacer las maletas, el wifi no llega al piso de arriba, no hay nevera en la habitación, secador de pelo viejísimo y medio roto, jacuzzi viejo, no tienen contraventanas ni persianas (lo cuál me parece ilógico en hotel orientado supuestamente al descanso y el relajo), almohadas muy bajas, amenities de baño insuficientes (el primer día no había ni jabón de manos).
Pequeño detalle, si querías poner a cargar el móvil o la cámara de fotos te quedabas sin luz ya que era el mismo enchufe que el de la lámpara de noche, casi el único punto de luz de la habitación.
Lo mejor la cama, de 180 cm. TV plana de tamaño correcto aunque tampoco de las más nuevas.
Desayuno, capítulo aparte, peor que en los campamentos de niños. Zumo de naranja imbebible, artificial de los malos. No tienen servicio de plancha y tampoco te lo hacen si se lo pides (nada de tortillas, huevos, crepes, salchichas o similar).
En resumen, en un hotel supuestamente romántico y para relajarse en la naturaleza, en el que el precio de la noche no sale precisamente barato, no pueden permitirse ese tipo de patinazos. No volveré.