Fuimos a comer. Probamos cuatro platos de la carta y un postre y todo nos pareció muy rico, especialmente las alcachofas y las recomendadas manitas de cerdo. De postre tomamos torrija y, aunque sencilla, no nos defraudó.
El ambiente del bar y del comedor muy agradable y acogedor. Y el servicio fue inmejorable: la camarera que nos atendió estuvo atenta en todo momento, resolviendo nuestras dudas con los platos y sirviendo la mesa con rapidez pero sin agobiarnos.

Hemos comido muchas veces en la parte "informal" a base de raciones y la verdad es que bastante mejor que está vez que elegimos el comedor.
Realmente platos buenos y otros menos buenos (por no ser ofensivos). Una oreja, fuerte, fuerte, con sabor y olor casi desagradable, unas cocochas al pil pil mal elaboradas. En realidad sopa de cocochas en aceite con un pil pil sin ligar.
El pato y el rabo de toro bastante ricos y mejor elaborados.
Seguro que saben hacerlo mejor. Les daremos otra oportunidad.

Comimos bien. 2 menús degustación (preguntad antes que os aclaren bien en qué consiste) y un par de platos de niño.
Todo bastante bueno. ¿El pero? El precio desorbitado de las bebidas. No es de recibo cobrar 4 euros por botella de agua ni 3'50 por refresco, más siendo de copa (no botellín). Eso roza el abuso y, lo peor, desmerece lo bueno de la comida (el cordero estaba muy bueno).
Una pena, pero no puedo recomendarlo por lo mencionado.
Me sentí un poco "atracado" por el precio de la bebida.
Hay menú del día, a tomarlo fuera del comedor.

La comida estaba muy buena y su presentación era muy original. Los camareros muy atentos. Platos de la zona con un toque moderno.

La cena genial.
La camarera rubia una siesta, porque no nos hemos gastado lo que ella quería
Fuimos dos para cenar y pedimos un plato cada uno. Para una cena nosotros con un plato solo nos bastó.
La comida estupenda, de maravilla diría yo. El trato deja que desear.