Un alojamiento perfecto para pasar unos días en una ciudad tan atractiva como Fez. Situado a escasa distancia de la plaza Batha y la Puerta Azul, quizá la entrada más popular a la inmensa Medina, tiene seis habitaciones diferentes entre sí pero todas amplias, con camas cómodas y baños singulares. Además, un patio interior donde sirven unas cenas magníficas bajo demanda, con la posibilidad de tomar un buen vino de la región de Meknés, otro patio con una pequeña piscina ideal para refrescarse en los meses caluroso y una terraza a varios niveles con preciosas vistas de la Medina y los alrededores y donde, cuando la temperatura lo permite, puede servirse el desayuno y no sé si la cena. El personal, muy atento y amable. La única pega es que en varias habitaciones el dormitorio y el baño están a niveles distintos, y hay que usar unas empinadas escaleras, y que a veces, no siempre, la presión del agua no es la ideal.