He estado en varios hoteles, pero éste hermoso lugar los supera a todos, porque sus dueños Mariana y Alejandro están muy atentos a que te sientas cómoda y acogida en todo momento, se preocupan de todo, va más allá de un alojamiento, te hacen sentir como en casa y mejor.
Está bien ubicado, frente al lago, la infraestructura es preciosa, mezcla de madera y piedra, con una chimenea en la entrada del comedor, tiene estacionamiento y un espacio en el patio con mesas, para descansar, leer, tomar o comer algo. Es un lugar muy agradable, fresco en verano y con calefacción central en invierno, cuando llegas con frío, el lugar esta calefaccionado.
Las habitaciones de buen tamaño, conectadas cuando vas con niños, las camas cómodas y grandes, sábanas y toallas de buena calidad, caja fuerte, servicio de lavado de ropa. Los baños cómodos, con bidé, todo en buen estado, duchas, secador de pelo, etc.
Increíbles desayunos, muy ricos y hechos por ellos, se nota que con mucho cariño.
Espero poder ir nuevamente y lo recomiendo.
