Estuvimos solo una noche en este maravilloso establecimiento (porque estaba completo prácticamente todo agosto y no nos queríamos quedar sin probarlo aunque solo fuera una noche) y nos encantó. El hotel lleva abierto desde marzo, así que todo está prácticamente a estrenar. La decoración exquisita, la habitación (Estoupo era la nuestra) tiene un tamaño medio, más que suficiente, además disponía de una terraza (que formaba parte del gran patio) con un balancín, un banco y una mesita. La cama era cómoda. El único pero que puedo poner a la habitación es que perdías intimidad porque la gente del resto de habitaciones pasaba por delante de tu balcón (a ras de suelo) y si tenías abierto te veían, además, como recomendación, indicaría que privatizasen algo más la terracita de la habitación, ya que, a pesar de que hay unas jardineras delimitando el espacio, hay público que no atiende a sutilezas y requiere de medidas disuasorias más específicas.
El personal muy atento y agradable y el desayuno genial, todo casero y buenísimo.
Repetiríamos sin dudarlo, pero la próxima vez más noches!
Mucha suerte con el hotel!