Dispone de distintas unidades y comodidades: la cabaña de 2 dormitorios tiene cocina comedor con vista al mar y jacuzzis, muy bonita, no obstante, las tarifas me parecen elevadas teniendo en cuenta la infraestructura general donde, por ejemplo, la piscina es muy pequeña y el estacionamiento es en la vereda y sin ningún tipo de resguardo. También cuenta con alojamiento en deptos de edificios cercanos a la posada, con acceso a los servicios de ésta, siendo opciones más accesibles.
El desayuno buffet es bastante completo, aunque los huevos revueltos estaban apenas tibios y al comentarle a la camarera, no lo corrigió y me quedé sin comerlos. Ofrece restaurante abierto al público y la posibilidad de celebrar eventos, incluso una tarde se llevó a cabo una boda y había mucho movimiento en función de eso, algo quizás un poco incómodo para el resto de los huéspedes.
De la zona externa, me gustó el amplio deck con arreglos florales, jacuzzi y cómodos asientos para relax a la vera de la playa (muy reducida en ese momento) pero más me encantó la Golden retriever, “Flicka”, echadita en la puerta de la recepción como dando la bienvenida, ¡preciosa!