Estuve con mis dos hijas y mi nieta, y nos alojamos en una suite preciosa, muy cómoda y acogedora. La suite estaba en un tercer piso y era un poco difícil acceder con las maletas pero tuvimos la ayuda que necesitábamos. La calidad y la amabilidad de la atención de las personas que manejan el hotel nos hizo sentir felices de haber escogido este lugar. Tiene estacionamiento, un área de desayuno soleada, y una piscina rodeada de un jardín bien cuidado, en la que provoca bañarse. Está muy bien situado, cerca a la zona de restaurantes, cines, el malecón, las tiendas de ropa y de comida exquisita. Está a menos de 300 metros del Museo de Arte, la galería de Chihuly que vale la pena visitar, y a unos 20 minutos de caminata al museo de Dali que es la joya de St. Pete. También recomiendo visitar la playa paradisiaca de St. Pete, amplia, cálida, deliciosa.Más
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