Llegamos mi mujer y yo al restaurante a las dos de la tarde, sin reserva, con idea de preguntar si había sitio. Nos encontramos una puerta cerrada, que al abrirla tenía una cuerda cerrando el paso y sin ningún cartel o información, y una cola de gente al otro lado esperando turno para ser atendidos.
Entendiendo que esa no era la entrada, buscamos otra puerta, la cual encontramos en el piso superior dando la vuelta al caserío. Allí nos atendió un camarero, que nos asignó una mesa, nos dio una concha con un número y nos indico que debíamos bajar abajo y hacer la cola para elegir la comida. Bajamos y nos pusimos a la cola justo junto a la primera puerta que habíamos visto cerrada. Al de un rato, apareció otro empleado, el cual empezó a dar gritos a todo el mundo y a voces nos pregunta si tenemos reserva. Le decimos que no, pero que un compañero suyo nos había dado mesa. Entonces gritando nos quita la concha de la mano y nos echa del local.
Lógicamente nos fuimos con viento fresco y con idea de no volver jamás.