Sin duda, nos mereció la pena abandonar la interestatal 15 y hacer una parada en Provo.
El restaurante, impecablemente limpio, y el personal cordial en todo momento.
Cocina casera, donde los productos frescos, regionales y de temporada, son protagonistas.
Las costillas de ternera asadas, sabrosas, tiernas y jugosa, acompañadas de nabicol y salsa de arándanos. Una delicia para el paladar. Un plato contundente, abundante y a precio razonable.
Extensa y bien representada carta de vinos, nacionales y de importación.
Totalmente recomendable.
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