Una grata sorpresa, un lugar muy acogedor y amigable, se nota que las tapas están hechas como mucho amor y buen gusto. Los montaditos son ......... esoo, para chuparse los dedos, los pinchos de tortillas te sorprenden por su tamañ, por lo buenos que están y la variedad que tienen. Y para finalizar como no, el encantador James, un camarero sonriente, gracioso y atento que sirve de guinda para la experiencia en Gilda.
Enseguida vuelvo!!
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