El trato es inmejorable, destacando por encima de lo habitual su manera de tratar al cliente, su forma de servir la mesa, la presentación de sus platos, en la limpieza esmerada nada más terminar de comer y en el resto del local, y con un detalle tan especial como que el dueño, que a su vez está en la cocina, suele salir a saludar a los clientes, mesa por mesa, para ver qué tal han comido.
El menú del día, que también ofrece los sábados y domingos, está excelente, y aunque suele constar de dos o tres primeros y dos segundos, te garantiza su buena calidad y su muy buena preparación, poniendo a su vez un pequeño entrante muy escogido de aperitivo, pan calentito con mantequilla (que no se suele ofrecer en un menú del día) y postres como el arroz con leche que está buenísimo. Y los domingos suelen tener un arroz caldoso y fritura de pescado difícil de igualar.
A todo esto hay que añadir el ambiente que se respira, ya que además suelen tener siempre una música súper agradable. Te hacen sentir como en casa.
Sin duda, recomendable cien por cien.
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