Cuarta vez consecutiva en el hotel, y volvimos felices como siempre. Aunque este año con algunas pequeñas dificultades que hasta ahora no habíamos tenido, mientras estuvimos 2 personas logramos cenar incluso en El Colonial, los problemas comenzaron con la llegada de 6 personas más de la familia, todos ellos visitando el hotel por primera vez, todas y cada una de las noches nos negaban el ingreso a los temáticos por falta de lugar, aun yendo cada vez más temprano, y la única respuesta era, vengan a cenar alrededor las 18.30 hs, horario en que aún estábamos en la playa, hasta que se acercó una Srita de atención al cliente, le indicamos las dificultades (nosotros y todos los que estaban esperando) y mágicamente, ingresamos a cenar al Francés, en el cual supuestamente no había disponibles mesas grandes, y nos encontramos con la sorpresa de que había 3 libres para 8 o más, y solo se ocupó la nuestra. 4 noches seguidas intentando ir al italiano, y la respuesta fue siempre No hay lugar, hasta que bueno, cambiaron una noche a la Srita de la puerta, y si, ahí pudimos conseguir lugar.
Nos alojamos en el bloque 7, muy lindo, y el resto en el 6, las habitaciones de planta baja con un poco de olor a humedad, pero entendible porque justo fueron días de bastante lluvia por la noche.
La playa hermosa como siempre, aunque da cada vez más vergüenza ajena ver las peleas por las reposeras (cosa en la que no nos metíamos, porque nos ubicamos siempre donde haya lugar y punto)
Termino agradeciendo como siempre a todo el personal del hotel, lo mejor que tienen después de la playa y los jardines, siempre atentos y educados, mención especial para Ángel y Cinthia de recepción, Víktor y Ester del desayuno y bufet del mediodía, y a Olady del bar del lobby, casi todas personas a las que ya conocemos desde hace años, y te atienden como un rey.
Algunas cositas por mejorar, pero los seguiremos eligiendo como hasta ahora, ahí nos sentimos como en casa